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Jorge González lanza en agosto disco íntimo de ruptura y catarsis

Publicado: 2012-06-24

La Tercera de Chile publica un articulo comentando canción por canción el aún inédito disco de Jorge González, llamado libro y que saldrá a la venta en agosto de este año:

Tomado de: http://diario.latercera.com/2012/06/24/01/contenido/cultura-entretencion/30-112303-9-jorge-gonzalez-lanza-en-agosto-disco-intimo-de-ruptura-y-catarsis.shtml

por Claudio Vergara

Lleno de temas de desgarro y desamor, Libro es su trabajo más personal desde El futuro se fue (1994).

Nada me cambiará/ nada me cambiará”. El estribillo trepa fácil por la memoria y se instala en el corazón de Yo no estoy en condiciones, la mejor canción de Libro, el nuevo álbum de Jorge González. Haciendo foco en esas líneas, la frase asoma como la declaración de un hombre con fe ciega en sus planes e impermeable ante cualquier viraje. Pero en el vía crucis que precipitó su nuevo trabajo -el primero solista en 13 años y con salida para agosto- el cantautor debió adaptarse a quiebres inesperados y decisiones sobre la marcha, que confluyeron en uno de los cancioneros más viscerales de su discografía.

Un álbum que desborda urgencia y desahogo personal. La brutal instantánea de un compositor maduro pero, sobre todo, de un ser humano atrapado entre la soledad y la resignación. A la hora de rastrear paralelos, se trata de su disco más personal desde El futuro se fue (1994). Y si el barómetro husmea ejemplos foráneos, asoman el debut de John Lennon con la Plastic Ono Band, en 1970, donde declama su adiós al estrellato Beatle; y Blood on the tracks (1975), el disco que escribió Bob Dylan tras divorciarse.

En el caso del chileno, su proceso coincidió con el inicio de 2012, justo el año del dragón según el zodiaco chino, la criatura que también rige el destino de González -nació en 1964- y que los orientales instalan en techos y puertas para exorcizar figuras malditas. Radicado en Berlín, el cantante alistaba un trabajo electrónico, pero, de manera drástica, decidió postergar todo para facturar en un mes sus 11 nuevas canciones. Se recluyó en su estudio casero y se encargó de todos los instrumentos, con presencia casi única de guitarras y pianos. Por eso,Libro tiene una evidente textura de producción casera, como si el sanmiguelino lo vociferara todo desde su living. Aquí ya no hay decorados sonoros, himnos FM o destellos del Prisionero más contingente. “Es el final/ y es el comienzo de tanto”, canta como certero prólogo en las primeras dos frases del trabajo.

Amate: Con un coro juguetón y una lejana reminiscencia gospel, el tema se sostiene en piano y en una base de palmas grabadas. Como en casi todo Libro, González interpela a una presencia femenina que parece haberse marchado para siempre y usa la segunda persona singular para hablar de decisiones adoptadas de modo unilateral. “Es el final/ de ese dolor que llevaste/ por la vida/ Ahora me entiendes/ que el único amor/ viene de ti/ hacia ti”. No es lo más representativo de la entrega, pero captura parte de su esencia.

Nunca te haría daño: El primer single, estrenado con gran repercusión esta semana. Con una vocalización inicial casi al oído, como algunos baladistas de antaño, González ahora habla desde una base más melódica, demostrando su histórica inclinación por el pop más que por el rock de mayor voltaje. “Yo lo he pasado bien/ pero he vivido mal/ Ya no me gustan los finales”, es su declaración.

Yo no estoy en condiciones: Por ese tono más crepuscular que cubre el álbum, éste es su inicio no oficial. Además, es una de sus piezas mejor logradas. Aquí el músico se presenta como un trovador oscuro, que rasguea su guitarra inquieto y que susurra y mastica una rabia contenida, para luego provocar un quiebre con arreglos acústicos más luminosos, abrazando la tranquilidad de la resignación. “Yo no estoy en condiciones/ de tratarte bien/ Aunque seas la mujer que siempre amaré/ Porque cruza la espalda la marca del ciego dolor/ a veces no basta con el verdadero amor”, declara.

Es muy tarde: Otra composición demoledora. Otra letra de resignación tras el dolor y que ingresa entre las más explícitas de su cancionero. Eso sí, esta vez el tono no es iracundo, y las percusiones y coros tenues no sólo empujan un posible single; también retratan el amanecer personal tras varios días de penumbra. “Es muy tarde para decir te amo/ es muy tarde/ esta historia no la puedes mejorar/ Tú lo quisiste así/ no fue un final feliz/ Yo te amaba/ esperaba tanto tiempo/ Te escribía/ te deseaba/ y siempre te he sido fiel/ Tú quisiste más/ lo fuiste a buscar/ Trata de olvidarme porque a mí me está costando”.

100 años: Otra composición en guitarra, con un canto que emula a los grupos vocales chilenos de los 60 y que habla de partida definitiva, aunque esta vez bajo el consuelo de que no hay mal que dure 100 años. Curioso: en todo el álbum, el cantante no menciona la palabra fe, el concepto que ilustró uno de sus hits y que retrató sus ímpetus de cambio en los 90. Ahora, González acata las grietas presentes sin aguardar una superación futura.

Curación: Aunque no es explícito, no hay que ser demasiado hábil para advertir que se trata de una obra con cierta línea conceptual. Bajo bases más cadenciosas y un susurro carnal, el cantautor pide curación sexual, en evidente referencia al Sexual healing de Marvin Gaye.

Algo hay en la novena: El retorno al guitarreo más lúgubre y al retrato de un hombre desamparado, arrojado en la soledad de su hogar y que mira en retrospectiva algunos capítulos de su vida. El saldo está en el coro: “Malos caminos/ años perdidos”.

Hijo amado: Otra lírica sin mayor filtro y con destinatario claro. Con la simple añoranza del “te echo de menos” gritada al límite de su garganta y sobre un piano, el ex Prisionero le habla a uno de sus hijos, distanciado también ante el quiebre sentimental y su vida en Alemania. Una imagen conmovedora: “Hijo amado/ estamos alejados por un mar/ Hijo mío hijo adorado/ no hay minuto en que no piense en ti”. Si Lennon cantó Mother para clamar por los padres que lo dejaron para siempre, el chileno hace el ejercicio inverso: avisa que jamás le dirá adiós a su prole.

Arauco tiene una pena: La rabia regresa, pero en voz ajena, con la composición de Violeta Parra cantada sobre percusiones y rasgueos punzantes.

El final de esta maldición: Es la más extensa y funciona como cierre no oficial. Sobre coros fantasmagóricos y un piano siniestro, arroja la postal de que, al final de la ruta, ha noqueado las presencias dañinas: “Libro la batalla/ y ganó en el último minuto/ con el árbitro en contra”. Eso sí, establece que todo pudo ser peor: “Yo debería estar en el hospital/ respirando de una tina/ Y quizás en la cárcel/ matando a tres/ pero no/ estoy aquí/ cantando feliz”, canta, y remata con una risa cínica, quizás el momento más agudo del trabajo.

Fran: La maldición concluyó y todo se despide con una añoranza a “Fran”, el brillo de esperanza futura que ingresa al final, cuando González ya ha despachado la radiografía artística más descarnada de su presente.


Escrito por

soloruido

Objetivamente subjetivo.


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Blog sobre musica nomas y algun breve comentario de política cuando la coyuntura llama.